lunes, 6 de abril de 2015

Procrastinación.

Un día despertarás y el futuro estará llamando a tu puerta. Vestido de forma discreta, se colará en tu casa y una a una romperá cada seguridad que quedaba, las pocas que la adolescencia no te robó. El futuro cambiará tu habitación y la vaciará, te empujará fuera y te obligará a aprender a conducir a base de accidentes mortales. Alejará a tus amigos y hará una tabla de intereses compuestos para seleccionar a los nuevos; te atará los cordones para perder el tren al amor de tu vida y te distraerá con estupideces cuando se presente por segunda vez. El futuro, blanco, vacío y lienzo. El futuro revestirá tu hogar con materiales inquebrantables, con honor y dignidad, con fuerza y enderaza. Te hará salir de casa justo antes de explotar y gritará antes del accidente, lo evitarás. Tus amigos junto a ti, el futuro también. Los que se dejen arrastrar se irán, los que vengan con la corriente se quedarán... durante un tiempo. Te hará olvidar que es amar, te lo recordará cuando planees el resto de tu vida junto a una sonrisa a media noche.
El futuro, blanco, vacío y lienzo.
Me aterra demasiado poner mi brocha sobre ti.

sábado, 28 de marzo de 2015

Sus dedos se desplazaban febrilmente por el teclado trazando la historia que no se atrevía a protagonizar. Buscaba el adjetivo adecuado para cada persona que había conocido, juzgándolos como si de Dios se tratara con esa seguridad del anonimato. Tú vives, tú mueres. Yo os controlo, yo me controlo. El mantra que se repetía era sencillo y efectivo a la par que estimulante, lo suficiente como para sobrevivir una noche más. Una noche más, era todo lo que pedía. Una noche más y sería libre.

sábado, 7 de marzo de 2015

Canciones con demasiado (poco) sentido.

Canciones de amor que hablan de corazones rotos y canciones de odio que aseguran ser la nueva religión que salvará la civilización. Canciones de niños que hablan de crecer, canciones de adultos que solo quieren volver. Canciones en acústico dónde las palabras sobran, canciones con tantos instrumentos que sobran los prejuicios –aunque estos nunca se van. Canciones para correr, para llorar, para explotar y para recoger los pedazos que se quedaron por el camino. Las que se venden, las que se compran, las que te venden, las que te compran. Canciones que se quejan del mundo, canciones que alaban a los mundanos. Canciones para el antes, el durante y el después de acertar. Canciones para el antes y el durante del mayor fallo porque después ya no queda nada. La música como sujeto, predicado y nexo en las coordinadas. Y aún así a veces el corazón está tan lleno (y otras veces tan vacío) que ninguna de esas canciones es suficiente; habrá que seguir buscando.

domingo, 1 de marzo de 2015

¿Y después de todo?

¿Qué pasará después de todo? ¿Qué ocurrirá cuando todo acabe? Cuando nuestros ojos se cierren para siempre, nuestros latidos cesen y nuestra voz se extinga para siempre. ¿Qué ocurrira entonces? Ha sido una pregunta siempre presente en la mente humana. Por supuesto no tengo la solución (ni a esa, ni a cualquier otra) pero me gusta divagar usando la razón y un poco de fé para saber la respuesta.

Mundo podrido.

Una palabra, una enfermedad, una trampa mortal que implica asesinato y suicidio: odio. Una palabra, una incapacidad, una trampa mortal que implica suicidio y asesinato: irracionalidad. 
Nuestro mundo está ciego, le pegaron demasiados puñetazos y se ha vuelto daltónico; se pasará años intentando distinguir colores antes de que buscar a quién le llenó de balazos. Nuestro mundo es un mendigo que viste con traje y rebusca en la basura algo que llevarse a la boca, demasiado digno para cambiar, demasiado gilipollas para recapacitar. Algo está realmente mal y todo es por lo mismo.
Todos ponemos el grito al cielo cuando hay peligro de que una enfermedad afecte de alguna forma a nuestra nacionalidad sin embargo si quién está contagiado es un ser humano eso deja de importar. El mundo es libre para explotarlo pero levantamos fronteras cuando se trata de encontrar trabajo; criticas a quien te atendió en reclamaciones y alabas al que marca los goles sin caer en que comparten algo: son humanos.
Porque aplauden como locos en las bodas y luego disparan a quien se ama de verdad. Porque cuenta más que hay entre tus piernas que en tu cabeza, y si te quejas de ello solo eres un quejica más.
Porque el dinero mueve el mundo pero si todos nos negamos y hacemos barricada ni siquiera la palanca de papel podrá corromperla.
Todo es querer.
Pero nadie quiere, aunque diga lo contrario.

jueves, 26 de febrero de 2015

Perspectiva de altura.

Hace algunos años, en Semana Santa, mi padre decidió dejarme ir con él en el camión hasta Madrid y vuelta. Apenas tendría unos once años y estaba pletórica pues nunca antes había recorrido tanto con él en el camión; la perspectiva de pasarme dos días enteros sentada en la silla guay, de dormir mientras conducía o de meterme en las fábricas se me antojaba como lo más guay del mundo. Sin embargo me dí cuenta de la realidad: la terrible soledad que se puede sufrir en una carretera de noche, en el dolor de espalda de estar ocho horas sentada y de cómo a las fábricas les importa poco los transportistas. Pero me di cuenta de algo mucho mejor, de cómo todo cambia... con un poco de perspectiva.

miércoles, 25 de febrero de 2015

¡Todo por nuestros derechos!

O al menos todo lo que no implique riesgo.
Parece que ese es el lema que se repite a mi alrededor estos días de huelga. Antes de lanzaros a mi yugular, aclarar que soy consciente de que cada uno puede hacer lo que le de la gana y que yo precisamente, habiendo renunciado al derecho de huelga en esta ocasión, no tengo derecho a quejarme de aquellos que no luchan por sus derechos. Sin embargo mi racionalidad me impide quedarme en silencio al ver la situación que se presenta ante mi.