martes, 24 de febrero de 2015

Culpa a la música.

Odiadme por esto, odiadme por no escribir, odiadme por escribir ahora y de esta forma sin pensar en vosotros sino en mi. Odiadme porque ya no sé provocaros risas sino arañarme el corazón, odiadme de todo corazón y me sentiré afortunada. El tiempo sigue cambiando y arrastra con él todo lo diminuto cómo este blog, y supongo que poco a poco esto ha dejado de ser algo interesante y ha pasado a convertirse en una reflexión repetitiva y estúpida.  Lo siento. Culpad a la música.
Reflexionando (que en grandes cantidades es enfermedad y en pequeñas dosis engrasa la vida) he visto el telón, lo que da comienzo y fin a los colores, a los sentimientos y a la existencia. La libertad, que o huye de nosotros o nosotros la perseguimos en sentido contrario, es lo que más ansío. Hay mil cuerdas para atraparla, cientos de cárceles para conservarla y una sola forma de viajar a su lado. Encontraré la forma de no atraparla sino rozarla con los dedos y así no empacharme de ella, A pesar de la tentación conseguiré no escudarme en ella sino ser su escudo y defenderla hasta quedarme sin voz, sin fuerzas, sin corazón. ¿Vale la pena vivir sin libertad?